Dice Elsa Punset en su
libro Una mochila para el universo que cuando nos enfadamos es
debido a que nos secuestran las amígdalas y, claro, nuestro cerebro,
según no sé qué conexiones de nuestras neuronas, pues se cabrea, y
mucho. Yo, a todo esto, simplemente lo llamo “NUBE NEGRA”, sí,
sí, en mayúsculas.
Mi mente está intentando
gestionar las nubes negras, procesarlas pacíficamente cuando me
ocurren, pero es una tarea muy difícil, requiere un gran esfuerzo…,
casi el mismo que deshacer el entuerto que provocas si te dejas
llevar por la propia nube negra y dices algo totalmente inconveniente
o gritas a los cuatro vientos cualquier improperio. Ufffffffff, me da
fatiga solo de pensarlo.
Las nubes negras, como su
propio nombre indica, son como los chaparrones reales, a veces se ven
venir y otras, yo diría que las más, te llegan así de sopetón,
como si te dieran un sartenazo en la cabeza. En realidad da igual si
te la esperas como si no, el resultado en tu organismo es el mismo en
ambos casos: negrura total, ganas de estrujar algo o de estrangular a alguien. A veces me he preguntado si los
gamberros que dan patadas a los contenedores o aporrean cabinas
telefónicas están bajo los efectos de una nube negra, porque a mí
cuando me pasa, me entran ganas de hacer todo eso; la diferencia es
que no lo hago, afortunadamente.
Bueno, voy a explicarlo
porque cuando lo leáis seguro que estáis conmigo en que os ha
pasado más de una vez, y de dos y de cien. Es el cabreo de toda la
vida, solo que elevado a la máxima potencia, y el mayor problema que
yo veo a la nube negra, al menos a las mías, es que a veces llegan por algo por lo que no llevo razón, o al ver algo que no es
exactamente lo que tú crees que ves (véase como ejemplo ver a tu
novio hablando con una ex; entonces tu mente empieza a imaginar que
se están diciendo lo mucho que se echan de menos y que van a
esperar a que te vayas a dormir para darse un revolcón. Este es un
ejemplo, hay miles…).
Cuando llega el
detonante, eso que te han dicho, que has oído o que has visto, en
cuestión de solo un segundo, la nube negra se posa sobre tu cabeza;
bueno, más bien se posa DENTRO de tu cabeza, y a continuación se
sucede un silencio sepulcral, dentro de tu cerebro, que hace que se
recueza todo mucho más y que esa sensación de rabia y malestar se
vaya apoderando poco a poco de ti. Después de este
silencio, la cosa se extiende, fundamentalmente, a tu garganta y a tu
estómago, provocándote un sabor amargo al que le sigue un
fulminante dolor de cabeza, por no mencionar los efectos en tu cara, que se queda hecha un poema.
Lo mejor en estos casos
es respirar hondo, no decir nada y, si no te ves capaz de
controlarte, escapar a un lugar donde puedas estar a solas contigo y
con tu nube negra hasta que, poco a poco, se vaya disipando.
Y lo peor es dejarte
llevar, porque si es así la discusión con la otra persona (causante de tu nube negra) está más que asegurada, con el consiguiente arrepentimiento posterior.
En fin, este post está dedicado a los que han sufrido en alguna ocasión mis nubes negras o a los que han compartido conmigo más que carcajadas al intentar definir la "nube negra" y los estragos que provoca ;)
He sido espectador (nunca sufridor) de algunas nubes negras de la autora y en su defensa dire que suele recapacitar y recular si ha dicho lo que no debia. Es capaz de convertirlas en Arco Iris. JEJEJE
ResponderEliminarSí, desde luego, la virtud está en convertirlas en arco iris. Lástima que a veces no siempre sea así, pero me alegro de que tú hayas sido capaz de ver el otro lado ;)
Eliminar¡¡Vivan los viernes!!
Un beso a todos.