Tradúceme

miércoles, 18 de marzo de 2015

Camareros antipáticos..., ¿por qué cuesta tanto sonreír?

Hoy desde aquí quiero hacer dos cosas. Primera, una denuncia. Segunda, un consejo o recomendación.

Voy por la primera y tengamos en cuenta que aunque imagino que esto pasará en mucho sitios de España y del mundo entero, yo, ahora, hablo de la ciudad en la que vivo, Toledo, y del barrio en el que resido, Santa Teresa; y concretamente del bar que hay debajo de mi casa, muy mono todo, mucho cup cake de ésos, mucho sofá a lo Friends, pero el servicio es pésimo. Puedo pasar la lentitud con la que te atienden aunque estés solo en el establecimiento (vale, vale, no pasa nada, no tengo prisa, tómate tu tiempo, no te estreses), ¿pero esas caras de seta revenía?, ¿ese hablaje en susurros?, ¿ese rictus que parece que se te acaba de morir el perro? Oye, eh, eh, tú, que he venido a tu bar, a tomar algo a tu local, que voy a pagarte por lo que me estás sirviendo, no me trates como si acabara de colarme en tu casa y te estuviera molestando.

Posiblemente, el nuevo empleado del citado bar.
Es muuuuyyyyyyy desagradable y, después de unas cuantas visitas a este bar, he decidido que no vuelvo jamás. El último día, concretamente el jueves pasado, mi amiga y yo optamos por reírnos de la cara de amargao con la que nos atendió uno de los camareros, que no había visto jamás; yo creo que era nuevo. El jefe debe de poner por condición indispensable a la hora de hacer la contratación lo siguiente: "Imprescindible ser muy antipático y no sonreír al cliente, y si éste viene con niños, más cara de asco todavía".

Como iba diciendo, mi amiga y yo optamos por reírnos, porque al tío sólo le faltó escupirnos a la cara, tal fue la simpatía y cordialidad con la que nos atendió. Qué agilidad de movimientos, qué frescura en el habla, qué amabilidad. Oye guapo, acabas de perder dos clientes, por ser tan majísimo de la muerte con nosotras y mirarnos por encima del hombro, como si nos hicieras un favor. El próximo día me tomo la Coca-Cola en mi casa y si quiero ver una cara perruna y desagradable pongo Gran Hermano VIP y miro a Belén Esteban.

Y lo segundo que quería hacer era una recomendación. En fin, yo no soy nadie en el mundo de la hostelería, pero sí he trabajado de cara al público y siempre he pensado que, además de llevar puesta ropa, debes llevar puesta una sonrisa amable, y si puede ser también simpática, mejor que mejor.

Hay por ahí mucho camarero, dependiente o profesionales detrás de una ventanilla que deprimen con sólo verles la cara, o que son antipáticos, desagradables y hasta maleducados. Afortunadamente son los menos, creo yo, y aunque siempre puede entenderse que todos podemos tener un mal día, cuesta muy poco ser simpático y cordial. Vende más, te vas con buen sabor de boca y, lo mejor de todo, repites.