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miércoles, 20 de febrero de 2013

Depósitos de felicidad

No sé qué extraña cosa nos sucede a las mujeres que, casi siempre que comemos algo delicioso, dulce, grasiento, la sensación de culpabilidad aparece de una manera fulminante. Bueno, tal vez eso les pase al 90% de las mujeres, porque no sé dónde leí que todas nosotras creemos que nos sobran, como poco, cinco kilos. Luego las habrá afortunadas que no les sobre ni un gramo y las afortunadísimas que pueden comer lo que les venga en gana sin que las calorías pasen sin pena ni gloria por su cuerpo.
Y es que el placer de una buena comida, o de meterte en la boca una galleta de chocolate, o un bombón, o un helado, es directamente proporcional a la rapidez con la que esa sensación desaparece y se transforma en culpabilidad y en una ridícula percepción de que, en un segundo, nuestras pistoleras han aumentado o nuestra barriga se ha hinchado.
Esto es una exclavitud absoluta, pero yo he decidido abandonarla. Desde que mi marido me dijo el otro día que mis michelines son "depósitos de felicidad", mi chip ha cambiado totalmente. Es verdad, ¿qué mayor felicidad que comerse un buen bocadillo de jamón, o de chorizo?, ¿y qué me decís de los browni?, ¿o de una simple galleta untada en Nocilla? Ays, se me hace la boca agua.
Sé que me engaño a mí misma pensando que el sentimiento de culpa va a desaparecer, pero en fin, si me lo quito de encima unos días, genial, y si al menos no me imagino mi barriga hinchándose instantes después de tomarme 7 sugus seguidos, pues mejor que mejor.
Yo de momento sigo con mis "depósitos de felicidad", llenándolos placenteramente y con la esperanza de vaciarlos algún día; eso sí, poco a poco, muy poco a poco...
Es que, estaréis conmigo, ¿por qué está prohibido lo mejor? Sería genial que hubiera una dieta que dijera "nada de probar las acelgas, olvídese de la merluza hervida, de las pechugas a la plancha, del té verde con kiwi y de la coliflor, ¡¡o como mucho una vez por semana!!; usted tiene que tomar a diario panceta, jamón, patatas fritas, bastante chorizo y cinco piezas de chocolate al día ¡¡y no olvide mojar con pan el aceite del pollo frito!!; verá cómo así logra quitarse esos kilitos de más, va mejor al baño y se siente más ligera".

1 comentario:

  1. Ay... qué pena de vida que nadie tenemos lo que queremos y todos queremos lo que no tenemos.

    He de decir que soy de las "afortunadas" que no cogen ni un gramo y que la dieta del come-bocadillos-de-chorizo me la ha puesto el endocrino millones de veces. Cierto. Y no es tan bonito como parece.

    No voy a ponerme a relatar ahora mis experiencias, frustraciones y mis complejos por estar tan delgada ¡y todos los insultos que he tenido que soportar durante años y que sigo soportando! Es un problema cuando no consigues aumentar de peso, os lo aseguro. Cuando eres como yo y es imposible ganar peso y se crean más inseguridades que con ninguna otra cosa.

    Un día cambié de parecer y dejé de intentar ganar peso a toda cosa. Me centré en aceptarme, en quererme como soy, en sacar provecho de mis fortalezas y olvidarme de mis debilidades y todo me ha ido mejor desde entonces.

    Lo importante, como dicen las madres, es tener salud y querernos como somos. Y punto. Y dejarnos de sentiemientos de culpa.

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