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martes, 15 de abril de 2014

Qué come una tarjeta de crédito

Yo podría perfectamente hacer el papel de la Infanta, en plan "no me entero de nada de lo que hace mi marido con la pasta", "no sé ni cuánto dinero tengo en la tarjeta de crédito"... Eh, eh, que hablo en serio, yo sería la versión real (no de realeza, sino fidedigna) de ella, solo que en lugar de con millones de euros en la cuenta, con 400-600 eurillos, euro arriba, euro abajo, en la mía. Pero la verdad es esa, que me fijo poco en mis movimientos bancarios.

Hasta que el otro día..., ¡zas!, me di un golpe en la cabeza y decidí mirar mis movimientos del último año. Bueno, ya en serio, lo hice porque quería cambiar de tarifa de móvil y quería ver qué gasto medio he tenido. Así que me puse a rastrear y cuál fue mi sorpresa cuando compruebo que mi amado banco me quita, así porque le da la gana, 10 euros cada tres meses, más otros 19 euros anuales de "mantenimiento de tarjeta". Total: 59 euracos al año por toda la jeta. Que dan rabia, mucha, pero más si te pones a pensar en la de cosas que podrías hacer con ese dinero (la Infanta hará poca cosa, pero yo y la mayoría de los mortales les sacaríamos seguramente mucho partido).

Pues yo ala, rauda y veloz llamé por teléfono a mi banco. Me atendió una chica majísima y le pregunto que de dónde vienen esos 10 euros cada tres meses, y me dice la tipa:

- Bueno, eso es porque no tienes un saldo medio en tu cuenta de 2.000 euros.

"Perdona chata, si tuviera ese saldo medio no se me resistirían esos zapatos carísimos y preciosos que me miran cada vez que paso por el escaparate de la tienda".

- Si los tuvieras, no te cobraríamos esos 10 euros al trimestre -continuó Toñi, creo que se llamaba.
- ¿Cómo? -le contesté-, ¿me estás diciendo que si tengo más, no me quitáis dinero, pero si tengo menos, me quitáis al año 40 euros porque sí?

La chica soltó una risilla muy digna.

- Bueno, sí, es así.
- Aaahhh -dije sin saber qué opinar al respecto.
- Pero si te acoges al plan XXXX (ni recuerdo el nombre ni me interesa), no te cobramos nada, pero claro, tienes que ingresarnos tu nómina y hacerte una tarjeta de crédito.
- Ya tengo una, por la que me cobráis 19 euros al año.
- No, no, esa es de débito.
- Aaahhhh -volví a decir-, pero oye, una duda, ¿en concepto de qué me cobráis 19 euros al año por la tarjeta?, porque antes era gratuita. ¿Esto cómo va?, primero nos la dais para que veamos lo cómodo que es y luego, cuando ya nos hemos acostumbrado, nos cobráis, y no muy barato, precisamente.
- Bueno, el cobro es por su mantenimiento.
- ¿Qué mantenimiento necesita una tarjeta de crédito?
- Mmmmmm, bueno, es el servicio que damos -La chica creo que no supo qué decir.
- ¿Es que hay que sacarla a pasear?, ¿necesita alimentación?, ¿chapa y pintura?, ¿qué mantenimiento necesita una tarjeta?, ¿no me quitáis ya suficiente con los 40 euros anuales en concepto de que "como tienes poco dinero, te quito más"? Creo que me saldrá más barato comprarme una mascota, tipo pez, hamster o canario.
- Es por el mantenimiento -repitió Toñi poniéndose un poco nerviosa.
- Bueno, pues entonces quiero cancelar mi cuenta, no me merece la pena que me quitéis 59 euros al año.


Toñi guardó silencio, la escuché teclear y me dice:
- Susana, tú tienes tu cuenta en Madrid, tienes que cancelarla allí.
- ¿Quééééééééééé?, pero si vivo al lado de vuestra oficina, ¿me vas a hacer ir a Madrid?
- Es que es lo que hay que hacer, por cierto, ¿calle Guzmán el Bueno?, qué gracia, mi hijo vive allí, que está estudiando, me encanta esa zona, voy muy a menudo y es estupenda.

¡¡Anda con Toñi!!, ahora quería camelarme y hacerse amiguita mía contándome la vida de su hijo estudiante.

- ¿Tú vivías por allí?
- ¿Yo?, eehh, sssí, claro -Tuve que contener mis ganas de parlotear con esta chica, que quería hacerse amiga mía y colarme lo de la tarjeta de crédito nueva, así que fui fuerte-. Bueno, entonces tengo que ir a Madrid, ¿en serio no se puede hacer de otra forma?
- Mira Susana, es mejor que les llames a ellos y les expliques lo que me has contado a mí.

La pobre Toñi prefería lanzar la patata caliente a otra persona; total, no querría ser ella la responsable de mi salida de su banco y, claro, ella no habría puesto las reglas de que me quiten al año 59 euros que yo tan ricamente podría emplear en otra cosa.

Así que la dejé tranquila, total, ella no era la responsable de ese cobro anual, ella sólo cumplía órdenes de arriba, imagino. De esos señores trajeados, que oye, yo entiendo que tengan que cobrar, al fin y al cabo te dan un servicio, pero como no me merece la pena y me parecen unas comisiones totalmente abusivas, me guardo mis cuatro perrillas debajo del colchón y santas pascuas.

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