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domingo, 26 de abril de 2015

Enganchada a la teta y a la culpa (ese maldito sentimiento)



Me siento en una encrucijada actualmente en mi vida, que puede parecer sencillo, pero no lo es: destetar a mi hija. Tiene 10 meses y al sentimiento de culpa por tener que hacerlo en breve (los motivos ya los revelaré en su momento), ya que a mi hijo mayor se la di hasta los 20 meses y siento como si a ella le hiciera un "feo" respecto a su hermano (maldito sentimiento de culpa de las madres, que siempre es infundado, que no nos lleva a ningún sitio y que nos hace sentir mal si hacemos esto, si lo dejamos de hacer, si estamos o si no estamos), pues que a ese sentimiento de culpa se suma la pena porque piensas que le estás quitando algo tan valioso que la niña te mirará con recelo, rencor y casi como diciendo "mi madre no me da lo que quiero, ¿por qué me abandonas así?".

Tal vez suene exagerado, pero es cierto. Yo siempre he sido una defensora de la lactancia materna, cuanto más tiempo, mejor, pero reconozco que mis ideas están cambiando, aunque aún no demasiado. Sigo defendiéndola, pero reconozco que también debe estar en lugar prioritario el bienestar de la madre, porque si yo estoy bien, mi hija también lo estará, y si yo estoy cansada, agotada, falta de sueño..., mi hija acusará el malhumor de su madre casi constante. He pasado por grietas y heridas al principio, pero aún así eso no me pareció suficiente para renunciar y con un enorme esfuerzo superé ese mes inicial de dolor porque consideré que merecía la pena, tanto para ella como para mí, y porque el vínculo y el contacto físico que se crea es genial y muy difícil de superar.

Esta viñeta me hizo reír a carcajadas. Podéis ver más aquí.
Me encantar darle el pecho, pero no como 10 veces durante las noches. Se puede decir que duermo a intervalos de una hora, dos o con muchísima suerte, tres horas; son pequeñas siestas que van desde las 11 de la noche hasta las 8 de la mañana. Y yo así NO PUEDO VIVIR. Los ultradefensores de esta práctica, entre las que me incluyo, vale, dirán que la meta en la cama conmigo y ella chupe cuando quiera. Vale, vale, que prueben a dormir de lado toda la noche, con el cuerpo entumecido y con unas minitenazas mordiéndote el pezón todo el tiempo. Un sueño placentero no es, más bien al contrario.

¿Y cómo lo hago? Me resisto a dar el paso, no sé cuándo comenzar, me da pena, congoja, ansiedad de pensar que, vale, van a ser unos días malos hasta que la acostumbre, pero esos días serán de lloros, de brazos, de carro, mientras ella me va a extender los bracitos pidiendo auxilio y su tetita para dormir. Señor, qué suplicio.

Aunque cuento con el apoyo del padre de la criatura y su más que necesaria entrada en escena cuando haya que comenzar con la estrategia de destete, está claro que ellos no sufren lo mismo, y les envidio. No ven las cosas desde nuestra perspectiva de la culpa, de la pena y de la sensación de que abandonas a la criatura. "No la estamos dejando debajo de un puente, no le pasa nada, sólo está enfadada y quiere lo de siempre, sólo tiene que acostumbrarse". Envidio esa racionalidad, esa falta de sensiblería ridícula que a veces tengo o tenemos las madres, ¿hasta cuándo? 

Me ayuda pensar cosas como estas "esto no va a marcar su vida", "ni se va a acordar el mes que viene", "no me va a guardar rencor" o "cuando sea adolescente y pase de mí pensaré que por qué no lo hice antes", ¿alguien se le ocurre alguna estrategia más?

4 comentarios:

  1. Cuando mi hija tenía unos 7 meses, decidí dejar de darle el pecho, porque no me dejaba pegar ojo y ya no era persona. Lo hice a lo bruto y de golpe (y lo peor, sin pedir la famosa "pastillita" para cortar la leche, así que tenía las tetas como ubres; la que es burra, es burra).
    La niña lloró un día y al segundo, comía biberón como si lo llevara haciendo toda la vida. Algún día esporádico me buscaba el pecho, pero creo que no pasó de los 15 días. No te digo que lo hagas igual que yo, solo que nos montamos nosotras solas unas culpabilidades antes de que ocurra nada y a los peques se les olvida enseguida.
    A tu hija le has dado el pecho mucho más que lo que reciben otros niños, has cumplido más que de sobra y no creo que nutricionalmente le vaya a faltar nada porque le quites la leche materna. Con respecto a las defensas, por lo que he leído, se las pasamos en el primer mes y después las crean ellos. Así que lo único que le va a faltar es el calorcito de la teta, que con abrazos y mimos se sustituye fácilmente.
    Déjate de culpas y si no estás bien, pues teta fuera, que además de madres, somos personas.

    Un beso y ánimo!

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    1. Muchas gracias por tus palabras, Laura, la verdad que ayudan un montón. He de decir que anoche empecé, así improvisado, con la "operación destete", después de que la niña se durmiera a las 11 y se despertara como dos veces en hora y media y me dejara el pecho dolorido de los tirones y los dientes, pensé "la próxima vez que se despierte, biberón al canto", y así lo he hecho, dándoselo yo misma, por probar. Ella ya toma biberón a media mañana, así que no le pilla de buenas. Para mi sorpresa no lloró como diciendo "de mi madre quiero teta, no biberón", se lo tomó tan tranquila y se quedó dormida como una bendita, hasta tres horas y media después (nunca ha dormido tanto seguido desde los dos últimos meses); y entonces, otro biberón, ahí ya entró el padre en juego, porque había que dormirla y para eso parecía que sí buscaba su tetita.
      Quiero hacerlo más gradual, dándole aún algo por el día, pero nada de pro las noches ni para dormir, eso se acabó, que está pudiendo conmigo.
      Y es cierto lo que dices, nosotras nos montamos unas películas absurdas de sufridoras totales cuando ellos son tan felices y en seguida se acostumbran a otra cosa.
      Eso sí, el calor humano y los mimos, que no falten ;)

      ¡¡Muchas gracias por contarme tu experiencia!!

      Susana.

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    2. De nada. ¡Ánimo y a dormir! ;)

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  2. Animo Susana, tu pudes¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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